06 agosto 2009

Que se mueran los feos.

Que se mueran los feos es una novela de Boris Vian. Este autor francés fue novelista, dramaturgo y músico, además de reconocido por su rebeldía y su espíritu rompedor. Se sirvió de un humor inteligente que trataba de poner de manifiesto la absurdidad de los seres humanos.

En la contraportada de la novela podemos leer:

Tras saludar a los amigos y tomar una copa, Rock Bailey sale del club del viejo Lem a tomar el aire. Una invitación a fumar, un pequeño mareo y... Rocky, jóven y atractivo deportista californiano, se ve envuelto de repente en una turbia historia de experimentos genéticos, luchas entre bandas y misteriosas apariciones y desapariciones de rubias despampanantes. Condicionado por la preocupación de conservarse casto hasta los veinte años, Rocky intentará resolver, con la ayuda de sus amigos, una enmarañada trama a lo largo de las páginas de esta delirante y corrosiva parodia de novela negra en la que todo es posible: dar al traste con los buenos propósitos de castidad, lanzarse en paracaidas sobre una isla, hacer chistes sobre el presidente Truman... y desear la muerte de los feos.

Lo compré porque me lo recomendó mi librera, y yo suelo hacer caso a mi librera. Sabía que al menos iba a entretenerme, porque la contraportada, a pesar de ser una mierda de contraportada, no pintaba mal. Además porque hay que leer cosas que hay que haber leído de vez en cuando, y Boris Vian es uno de esos autores a los que hay que leer al menos una vez en la vida.

Me ha gustado bastante, me ha resultado muy diferente y muy divertida. No sólo es corta, sino que además se hace corta, los personajes están excelentemente trabajados y la trama te invita a entrar en ella, a pesar de que tiene dialogos de lo más rocambolescos. Es una buena lectura de verano, porque es muy ligera, aunque si alguien tiene ganas de romperse la cabeza, también puede hacer sesudas reflexiones sobre ella.

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