17 noviembre 2009

Ágora

¿Qué falta por decir de esta película? Probablemente nada.

Es la película española con más presupuesto de la historia del cine, está rodada en inglés y creo que no hay ni un solo actor español en ella.

Amenabar me tiene ganada desde Tesis, que me encantó, aunque he de reconocer que en esta casi me duermo. La trama no termina de quedar muy clara, tiene unos patinazos magistrales, el ritmo es muy desigual... no creo que pase a la historia por ser su mejor película, ni creo que obtenga muchos reconocimientos internacionales, porque no es para tirar cohetes.



Para variar, fui a verla en VOSE, y lo cierto es que hay errores en la traducción que consiguen cambiarle el sentido a ciertas secuencias... pero eso ya es marca de la casa. (No he encontrado el trailer en inglés subtitulado)

Por partes, la película muestra el resultado de los fanatismos religiosos. He oído que se mete con los cristianos de una forma bastante descarada, pero no es así. Si alguien sale de la sala pensando eso es que se ha dormido durante media película. Empiezan los paganos y es una rueda que echa a girar y ya no para. Una sucesión de acciones y reacciones que enfrentan a todas las posiciones y en las que la tolerancia es lo único que brilla por su ausencia. Los paganos quieren imponerse, los judíos también, y, por supuesto, los cristianos también. No hay buenos y malos separados en religiones, sino fanáticos y racionales.

Hipatia, lejos de lo que pudiera parecer, es una de esas fanáticas. Fanática del conocimiento, fanática del saber, que se nos presenta como una mujer adelantada a su tiempo, muy inteligente, pero muy pasional... aunque su única pasión sean la biblioteca, la enseñanza, el conocimiento y la fidelidad a sus ideales. Por momentos parece una mujer comprometida con sus ideas, por momentos parece una demente. Y desde luego las patinadas históricas como por ejemplo el heliocentrismo y que la tierra gira en elipses alrededor del sol, son sonadas. Si llegamos a darle una hora más al film, probablemente Hipatia hubiera construido un par de satélites con los hierros de las estatuas destruidas.

La película es entretenida, no voy a negarlo. El personaje de Orestes y el de Davos, sobre todo, están muy bien trabajados, no así Hipatia, que podría haber estado mucho mejor construido y bastante mejor interpretado, porque, a pesar de que Rachel Weisz me encanta, este no es ni de lejos su mejor trabajo. Las maquetas de Alejandría son alucinantes, las tomas en las que aparece la tierra vista desde el espacio, absolutamente relleno y lucimiento del equipo técnico. Todo lo que tiene que ver con presentación estética y técnica es absolutamente perfecto. No así el guión, que me deja un tanto indiferente, ni algunos personajes, que se quedan cojos.

No soy capaz de decidirme con esta película. Es una buena idea verla en el cine porque los decorados en pantalla pequeña no lucen tanto, y son muy pero que muy buenos. Claro que si el arte te da un poco igual... tal vez es más recomendable que te esperes al DVD y la veas tranquilamente en tu salón... Yo no consigo decidirme, aunque tampoco creo que tirara el dinero yendo a verla.

04 noviembre 2009

Cosmética del enemigo

El viernes estuve en el teatro. Estuve viendo Cosmética del Enemigo, una obra de teatro que transcurre, a lo largo de noventa minutos, en una sala de espera de un aeropuerto. Hay dos personajes. Y ya.

Está basada en la novela homónima de Amélie Nothomb, así que mataré dos pájaros de un tiro comentando las dos cosas.

La novela es una de las primeras (creo que la primera) de esta escritora Belga, cuya infancia transcurre en Japón debido al trabajo de su padre. A lo largo de todas sus novelas tiene un montón de toques autobiográficos. Salvo en esta. En Cosmética del Enemigo analiza una relación enfermiza entre un hombre y el objeto de su amor, deseo y adoración. Está muy bien escrita, se lee rápidamente y no es muy larga. Además engancha. La práctica totalidad de la novela transcurre en una habitación cerrada, en un ambiente denso, en un diálogo entre los dos personajes protagonistas, que se analizan y se estudian concienzudamente el uno al otro constantemente hasta llegar a un final absolutamente inesperado.

La obra de teatro es una adaptación bastante libre. Cambiamos el ambiente enrarecido de una habitación por el ambiente asfixiante de una sala de espera en un aeropuerto causada por el retraso de un avión. Hacemos un par de cambios más y ya tenemos una solución perfecta para amoldar la novela a teatro. No diré nada más porque no quiero spoilearos, aunque en Madrid la última función fue el día 1 de noviembre quizás podáis verla en algún sitio aún.

La interpretación, magistral. El montaje muy sencillo pero muy efectivo. Noventa minutos sin descanso, un diálogo ingenioso, bien construido, agresivo por momentos. Transmite perfectamente la sensación de ahogo que, por momentos, salta de las páginas de la novela a la mente del lector, y a pesar de cambiar completamente el sentido de ésta, es innegable que la adaptación consigue transmitir las mismas sensaciones que la novela.

Un diez al director y al guionista, un veinte a los dos magníficos actores que te hacen quedarte pegado a la butaca durante los noventa minutos, sin pestañear, sin apenas respirar y sobre todo sin mirar el reloj. Hacía mucho que no iba al teatro, pero elegí estupendamente la vuelta. Si tenéis la oportunidad, no lo dudéis, merece mucho la pena.