05 septiembre 2009

Saber Perder

Acabo de terminarme Saber Perder, la tercera novela de David Trueba, y ahora mismo estoy pensando en salir corriendo a comprar las dos anteriores.

Si miramos en la contraportada nos encontraremos con el siguiente resumen:

Sylvia cumple 16 años el día en que comienza esta novela. Para celebrarlo organiza una falsa fiesta que sólo tiene un invitado. Horas después sufrirá un accidente que, aún no lo sabe, significará su brusca entrada en la vida adulta. Su padre, Lorenzo, es un hombre separado que trata de tapar los agujeros que el abandono de su mujer y el fracaso laboral han causado en su rutina. Ariel Burano es un joven jugador de fútbol que deja Buenos Aires para fichar por un equipo español. La caja de los triunfos no parece difícil de abrir para su superdotada pierna izquierda y será cuestión de tiempo que el estadio coree su nombre. El anciano Leandro, en cambio, es precisamente tiempo lo que no tiene. Está en esa edad, como le dice un conocido, donde uno asiste a más entierros que nacimientos, cuando ya casi nada se construye y casi todo se derrumba. Éstos son los cuatro personajes principales de Saber Perder. Con las relaciones entre ellos se trenza un apasionante relato de supervivientes, de poderosa pegada narrativa y rico en matices. Una mirada inteligente, capaz de extraer humor y emoción en cualquier curva del camino, pero que reivindica, por encima de todo, la maravillosa aventura de vivir.

La novela me ha gustado muchísimo. Si bien los primeros capítulos seguía leyendo para llegar al de Sylvia, tras una docena de ellos, una vez que la trama de todos los personajes empieza a desarrollarse y entremezclarse, me sentí atrapada. Robando horas al sueño para seguir avanzando un poco más en la vida de estas cuatro personas, que deben enfrentarse cada uno a sus fantasmas, cada uno a sus obligaciones, y superar cada uno sus propios retos.

La novela está ambientada en Madrid, y se pueden reconocer los lugares a los que hace referencia en cantidad de ocasiones. Además la ciudad se convierte, por momentos, en un cómplice y un mudo espectador de los altibajos de los protagonistas. Los personajes son complejos y están bien trabajados y mejor matizados, cualquiera puede reconocerse en ellos en algún momento, pero, sin duda, la mayor virtud del autor es la de conseguir que empaticemos con cualquiera de ellos independientemente de nuestras vivencias anteriores. Es imposible leer un capítulo sin sentirse retado, tocado por el arte del autor, o por la crudeza de sus descripciones. Imposible no soñar con las cosas que van sucediendo, imposible no reconocerse en un momento de la trama, imposible no sentir la desgracia que acompaña a cada uno de los cuatro personajes principales, y a la vez imposible no mantener un punto de esperanza, tal vez carente de sentido, pero que obliga a seguir adelante, tan sólo para comprobar si realmente carecía de sentido o sólo era una especie de mueca desalentadora para ponerte a prueba.

Ha sido una de las mejores lecturas de este año, y sin duda la recomiendo encarecidamente, es una historia humana, que toca, que se apoya en las situaciones más comunes, más sencillas, para hacernos reflexionar sobre ellas, y con un punto que, por momentos, hace que el lector se sienta un vouyer de la cotidianidad de los personajes.

Por cierto, se me olvidaba, he robado horas al sueño, he reído, he esperado ansiosa a sacar otro rato para seguir desgranando las páginas de esta joya... y he llorado como una auténtica Magdalena. En serio, no dejéis de leerlo. Además está en edición de bolsillo ;)

2 que no callan:

Biónica dijo...

Éste me lo anoto. Que sepas que este es mi blog de crítica imprescindible. Me estoy leyendo Buenos Presagios, y me está encantando, no defrauda! Estoy segura que Saber Perder me gustará también. Tan sólo con la buena crítica ;).

Min dijo...

Oh!! me alegro mucho de que te esté gustando!! ;) me acabas de dejar inflada como un globo ^^ ole ole!! jajajaja, pero a veces también me gustan bazofias, eh?? xD

Besitos guapa